sábado, 9 de noviembre de 2013

Pensamiento 2.

Sé que llevo poco tiempo, sólo dos días de reunión pero quería escribir.

En octubre de 2006, por aburrimiento prácticamente, porque tenía tiempo libre y aún no tenía que estudiar mucho (en 5º de primaria no se hace nada) por convención de mi hermana decidí entrar para probar en un grupo scout de mi pueblo. Me ilusioné bastante, me gustó. Me lo pasaba genial, me iba de campamento, hice amistades de las cuales algunas aún perduran... fue una gran etapa de mi vida. Reí, lloré, me enamoré, me caí alguna que otra vez (literalmente, no metafóricamente)... pero, conforme vas creciendo, vas teniendo otras necesidades, buscar nuevas experiencias. Yo, no sé por qué, necesito que la gente me rodea me aporte cosas para crecer como persona y llegó aún punto que en ese grupo no me aportaba nada nuevo, me comencé a sentir desplazada, no era lo mismo. Será porque cuando eres niño eres un tanto ignorante, vives en tu burbuja de diversión y no te paras mucho a pensar. Me dí cuenta de que perdí la ilusión de seguir ahí, ya no me sentía mal por faltar a las reuniones... la adolescencia es muy mala. Así que, tras mucho pensar, decidí salirme, ya que no estaba al 100% y mejor 10 días al 100% que 11 al 99.
Viví otras experiencias, buenas o malas, que por muy malas que sea nunca hay que olvidarlas ya que de una manera u otra te ayudan a crecer también.

Desde el verano fui buscando grupos, aunque por mi timidez, ninguno me convencía, necesitaba ir con alguien que conociera aunque en la mayoría a algunos ya conocía pero no es lo mismo. Mi hermana entró en uno y decidí ir yo también.
Empecé ilusionada, y una vez fui a la reunión me ilusioné más. Nunca me sentí tan bien recibida. Un grupo sin malos rollos, que hay cooperación entre todas las ramas... yo tenía claro el concepto de scout pero nunca lo vi en la práctica. Ahora sí.

Lo que mucha gente no ve es que no hace falta estar en un grupo para ser scout, ni hay que decir a boca llena que eres scout, no veo que sea cosa para presumir, sólo es algo que hay que vivirlo personalmente. La única manera de que la gente vea que eres scout es comportándote como tal, la pañoleta carece de significado si no actúas como tal.
En los años que estuve fuera de cualquier grupo intenté seguir siendo scout. Ser scout es un estilo de vida, no hace falta estar en un grupo para estar siempre listo para servir. Día a día intento conservar mis principios, cifrar mi honor en ser digna de confianza, ser leal, servicial, amiga de todos y hermana de cualquier scout, ser cortés, ver la naturaleza como la obra de Dios y cuidarla y protegerla, ser trabajadora y perseverante y no dejar nada a medias, sonreír ante las dificultades que me ponga la vida por delante, cuidar y respetar el bien ajeno, y ser pura de pensamiento, palabras y acciones.
Y por último, y no menos importante, dejar el mundo mejor de lo que me lo encontré.

Si no vives para servir, no sirves para vivir.

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